Mentira. Por supuesto. Pero es
que lo de empezar escribiendo un artículo con ese título me resultaba muy
atrayente. Será por eso de que ayudo con este blog de cine que me pone de muy
mal humor lo que está sucediendo en España.
No voy a meterme en política
(algo que, a decir verdad, detesto bastante) pero cuando ayer una amiga mía me
sugirió escribir una entrada sobre las subidas de los precios en el cine me
dije “¡qué grande!” Y aquí me tenéis, escribiendo con los labios fruncidos de
indignación y con un sentimiento de presagio de que estas medidas no harán más
que debilitar al tintineante mundo del cine.
A mi modo de ver las cosas, el
cine es un capricho que nos damos de vez en cuando. Y creo que tengo razón
porque una persona no va al cine todos los días ¿o quizás sí? Me atrevo a
afirmar que no. Si acaso vamos una vez al mes o cuando estrenan esa película
que no nos queremos perder. Y nada más. Porque ahora con lo que es Internet
(que en estos casos hace más daño que beneficio) podemos verlas ‘online’ y no
gastar dinero. Pero dejando eso de lado… siempre tiene su magia ir al cine. El
olor a palomitas, la gran sala abarrotada de butacas, el guapo acomodador que
te dice que disfrutes de la película y tu dices que da igual si es mala porque
te he visto la cara, guapo! Etc…
Bromas aparte, el cine tiene su
magia. Siempre la ha tenido y cuando compramos una entrada no sólo pagamos por
ver una película, sino por vivir una experiencia. Porque, admitámoslo, no es lo
mismo ver las cosas en la televisión que tienes en tu salón. Por eso vamos al
cine, y pagamos (a ser posible entregando el carnet de estudiante para que te
descuenten un eurillo, ¿no?). Pero la gente ha seguido yendo al cine todos
estos años en que las cosas han ido cambiando.
Lo cierto es que la industria del
cine se ha masificado y los cines antiguos (aunque siguen poseyendo ese
especial encanto) han pasado a un segundo plano con respecto a las grandes
cadenas que proyectan las películas de forma automática. Es igual. Seguimos pagando
por vivir la magia dentro de la sala. Y es aceptable pagar una determinada
cantidad. Más en España que las películas se doblan a nuestro idioma y es
importante porque mucha gente no disfruta igual si la película esta en versión
original.
Pero las medidas que se están
tomando no van a hacer más que debilitar a una industria que ya de por sí
flaquea bastante debido a la piratería. Y no digo que el cine deba ser algo
barato puesto que como he dicho antes, se trata de un capricho que nos damos de
vez en cuando. Y ya se sabe que quien algo quiere, algo le cuesta y que los
caprichos son caros (que nos lo digan a los fumadores). Pero poner una entrada
normal, a 9,30 euros ya es exagerar.
Que la industria del cine ya está
sufriendo lo suyo es un hecho y no es justo que las cosas recaigan sobre la
cultura que, de alguna manera, nos hace librarnos de la realidad. Las cosas se
pagan, de eso no hay duda. Pero estas medidas lograrán que menos espectadores
acudan a las salas ávidos de vivir una nueva experiencia que, por ese precio,
me la descargo de Internet (que va a estar seguro) y hago un 2x1 en el Domino’s
Pizza con un par de amigos.
Una pena. Pero es lo que toca. No
hay solución. Ahora comprar una entrada y un bol de palomitas se convertirá en
un privilegio que pocas familias podrán permitirse. Y da pena que sea este tipo
de arte el que pague las consecuencias. Si hay que ir al cine, se va. Pero ya
van a ser menos las veces en que nos plantearemos disfrutar de esta manera.
CarmenJimenezV - @Ronnie___
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